martes, 21 de agosto de 2007

contra la pared

triste tierra azul
de demonio tiempo

petalo de fuego
hierve calido mi labio

detras nunca estan tus dedos,
hay calma por un momento

carne, lengua, vientre

contigo soplan lejos mis infiernos
y estoy muerto por debajo

yo; noche leche dentro
dos eramos a traves de tu seno

peor sangre hemos encendido

tanto mar abierto
sobre el angel
que tiene pies de odio

eres su senal
aunque siempre un enorme lugar hay
sin dios padre alli.

martes, 7 de agosto de 2007

adiós, adiós

Despacio,
piedras en los bolsillos:
tres del tamaño de un armadillo,
ocho como veleros al garete.
Despacio,
la tierra blanda comiéndose las pantorrillas
es un conjuro de muerte.
Todo huele a nuevo,
y casi encuentra
una razón para no continuar.
La corriente empieza
a arrastrarlo y se abandona
a esa fuerza que le sabe a cariño,
a calma, a brazos fuertes.
Se desploma la conciencia,
los cordones de los zapatos
flotan gráciles y lentos,
se desatan y se anudan otra vez.
Despacio,
empieza a golpearse contra la arena compacta,
rebotando con una sonrisa,
despacio, el tiempo da vueltas sobre sí mismo.
Ahí debajo,
el silencio tiene un color maravilloso
y le dedica cada uno de sus retumbos,
le desprende las uñas
y le alisa las arrugas.
Cuando la luz se ha despedido,
bondadosamente,
una mano le sostiene del pecho,
lo empuja un poco más
y todo: piedras, veleros, zapatos y armadillos
se acumulan en su cara.
Adiós, adiós.
Veleidades y amores le esperan.

sábado, 4 de agosto de 2007

por debajo, la piel

por debajo, la piel.
y el silencio, las llagas y el misterio.
por debajo, dos suspiros de hielo,
cinco alacranes borrachos de ira mordiéndome la razón,
corriendo desesperados sobre sus uñas de cielo,
aplastando las últimas brasas de la memoria.
por debajo, un pequeño y loco espantapájaros,
un pequeño y loco,
un pequeño oscuro pàjaro...

viernes, 3 de agosto de 2007

entre la hojarasca

Cuando mueras, pequeño
la palidez cruenta de tu cuello
se pudrirá despacio y sin misterio.
Los dulces y amorosos nudillos
de tus dedos
crecerán horrendos sobre el cielo,
amarrarán sus colas
y encerrarán sus versos.
La carne en tus labios se hará fina
y transparente
para descubrir el amarillo desgaste de tus dientes,
de tus besos.
Así que habrá que enterrarte despacio,
con cuidado,
para que no se te derramen
las últimas palabras,
las últimas vocales del cerebro.
Habrá que vestirte
con tinta ligera
y cubrirte de alfileres nuevos

Plan de Muerte

El ladrido se va apagando. Las ruedas besan el pavimento y arrullan con su voz
mi fallido plan de muerte. Las ruinas de mis sueños cumplen demasiados años,
pierden demasiados rumbos; el silencio y la quietud empiezan a reemplazar el cuento.
Abrir una vez más los ojos, levantar una vez más la mano, para pedir una prórroga, un suspenso. Abrir un vez más los ojos porque no fue hoy su cita con la suerte. Porque soy hijo de Lázaro, obligado a renacer, a revivir, a reecontrarse con el tiempo.

No camino más sobre la hierba crespa, ni me abrazo ya a su torso viejo. Solo tengo ahora un dedo más largo, un ojo más ciego, un cielo más negro.

Las ruedas han callado y no hay arrullo para este plan de muerte. Yazco tumbado sobre el viento. Floto sin peso bajo el suelo, me saludan los huesos de los tiestos. El Sagrado Corazón de Jesús es un punto blanco en la pared y destella débil y en silencio -me hace guiños de misterio, me susurra besos sin aliento.

Ya no hay arrullo, ya no hay silencio, ya no hablo más de mi fallido plan de muerte...